sábado, 20 de agosto de 2011

Jamás te dejes vencer

Puede suceder que en ocasiones te sientas atacado del modo que sea, y como consecuencia que ello te haga sentir impotente y sin ganas de seguir siendo tu mismo. Sientes que ser buena persona y dar todo lo que puedas a quienes consideres importantes en tu vida no sirve de nada. A veces recibiremos criticas no constructivas y  demás quejas que nos llevan a pensar que quizás sea mejor para nosotros no seguir por el camino que creemos es el correcto. ¡Error!

A pesar de todo ello y con ganas de tirar la toalla nunca me he dado por vencida en lo que se refiere a mi forma de ser. Me siento muy orgullosa de ser como soy, de entregar lo mejor de mi a quién considero que lo necesita y merece en un momento determinado. Las personas buenas no debemos dejar que nos corrompan aquellos que solo viven con la idea de pisar a los demás y así sentirse superiores. Quiero creer que no somos tan pocos como imagino, y en caso de que sea así, más motivo habrá todavía para seguir siendo las mentes éticas de la sociedad.

No obstante debemos también pensar en nosotros mismos. Debemos ser un poco egoístas cuando la ocasión lo requiera y con ello no dejar que los demás tengan un aprovechamiento de nuestra buena intención. No pretendo darme aires de superioridad, no va conmigo. Simplemente reconozco que un mundo donde la gente buena abunda es mucho más feliz, próspero y pacifico que todo lo contrario. Parece que en la sociedad no mola ser buena persona, siempre hay que pisotear a alguien para hacerte valer, normalmente a los débiles. ¿Y qué resultado obtenemos de ello? Solo hay que echar un vistazo al mundo para comprobar que, desde luego, bueno no es. Seguro que no estoy diciendo nada que no sepáis.

¿Qué cosas te hacen querer seguir siendo tu mismo en una sociedad que da tanto asco? La gente que te valora, te quiere y te cuida, pero la de verdad. Y me gustaría comentar un caso en concreto de hace poco que me ha pasado y el cual me ha ayudado a seguir adelante siendo como soy: tengo una amiga con la que llevo una temporada hablando muy poco. El otro día se conectó para decirme que durante todo este tiempo había seguido mis consejos y aspectos de mi forma de ser y actuar con el fin de ayudar y apoyar a su gente. Me comentó que los resultados fueron favorables y que se siente muy agradecida a mí por todo lo que ha aprendido gracias a mi. En ese momento me quedé un poco parada, pero a la vez ilusionada y alagada ante la idea de que gracias al simple hecho de ser tu misma has influido tan positivamente en la manera de ser y actuar de alguien.

Sé muy bien que esa persona no alberga maldad y que gracias a ello ha sabido ser alguien de la cual ayer, hoy y mañana, me sentiré muy orgullosa. Doy fe de que aunque yo no hubiera aparecido en su vida habría logrado convertirse en una persona de las que cuesta encontrar y que merece mucho la pena.

Esto va para todos aquellos que en su corazón no hay sitio para la maldad y para quienes a pesar de ser dañados incluso por quienes creían ser parte de su gente han sabido recomponerse y no dejar que todo eso les haga perder la perspectiva de su camino, esa visión que tanto observo escasear hoy en día.

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